Tarta de chocolate blanco, nata y mascarpone. Este fin de semana pasado tenía planificado "subir" a Madrid (digo "subir" porque yo vivo en el Sur). En breve comienzo un curso por aquellos lares, así que tengo que coger la mochila y viajar hasta la capital. Afortunadamente, tengo buenos amigos por allí con lo que la estancia es casi como unas vacaciones.
Como no podía ser de otra manera, preparé una tarta sencilla para regalársela a mis amigos madrileños... El problema es que al final no fui a Madrid, motivo por el cual la tarta me la zampé yo. Chicos, si estáis leyendo esto, puedo deciros que la tarta estaba muy buena: cobertura de chocolate blanco, con bizcocho de chocolate negro y avellanas y relleno de nata y mascarporne. Casi "ná".
La tarta la preparé un día antes. Eran las cuatro de la tarde, estaba lloviendo y no me apetecía sentarme a ver la tele. Tampoco tenía muchas ganas de complicarme, así que pensé en algo sencillo. Si quieres hacer algo resultón y no dispones de mucho tiempo, esta tarta es ideal: está muy buena y no tardarás mucho en prepararla.
Hace poco realicé una tarta de kumquat bañada con ganaché de chocolate. La cobertura me cautivó, así pensé en realizar esta tarta sustituyendo el chocolate negro por chocolate blanco. Aunque la idea es fácil, la cuestión tiene sus pequeñas complicaciones. El chocolate blanco que utilicé era chocolate convencional del que "se come". No disponía de chocolate para fundir... El caso es que la ganaché de chocolate blanco no toma la consistencia de la ganaché de chocolate tradicional, motivo por el cual, antes de bañar la tarta, es necesario dejarla reposar en la nevera varias horas (incluso hasta el día siguiente).
Después del reposo, podemos hacer dos cosas: montar la ganaché como si fuera nata normal, o bien dejarla caer suavemente sobre la tarta que queramos decorar. Yo me decanté por esta opción.
Por lo demás, la tarta es muy sencilla, no os revestirá ninguna complicación.
A la cocina!!
Ingredientes de la tarta de chocolate blanco, nata y mascarpone:
Bizcocho de chocolate y avellanas:
- 60 gr. de avellanas.
- 3 claras de huevo y 30 gr. de azúcar blanco para montarlas.
- 3 yemas.
- 120 gr. de azúcar.
- 10 gr. de azúcar avainillado.
- 50 gr. de harina de repostería.
- 40 gr. de cacao en polvo.
- 7 gr. de levadura.
- 200 ml de nata para montar (35,1% materia grasa) y 30 gr. de azúcar glass para montarla.
- 100 gr de Mascarpone.
- 30 gr. de azúcar.
- 100 gr. de nata para montar.
- 200 gr. de chocolate blanco.
Separamos las claras de las yemas y batimos las yemas con el azúcar y el azúcar avainillado.
Montamos las claras con el azúcar. Podéis consultar cómo montar las claras a punto de nieve. Os recuerdo que para que las claras suban es recomendable utilizar una pizca de sal.
Añadimos las avellanas trituradas a las yemas batidas. Batimos un poquito hasta que todo esté integrado.
A continuación, añadimos las claras montadas a la mezcla de yemas y avellanas. Lo mezclamos todo con movimientos envolventes para que las claras no se nos bajen. Vamos moviendo de abajo a arriba con una espátula.
Mezclamos la harina, la levadura y el cacao y lo tamizamos sobre nuestra mezcla anterior.
Removemos y mezclamos con la espátula hasta que todo esté bien integrado. Removemos con movimientos envolventes, de abajo a arriba.
Preparamos el molde (unos 18 cm. de diámetro) y vertemos nuestra mezcla.
Introducimos en el horno durante unos 40 minutos o hasta que comprobemos que el bizcocho está hecho. Si al introducir un palito de madera o un cuchillo sale seco, el bizcocho está hecho.
Mientras el bizcocho está en el horno podemos aprovechar para preparar el relleno de nata y mascarpone. Se trata de un relleno muy sencillo y está delicioso. Con seguridad lo utilizaré de nuevo.
Batimos el Mascarpone con el azúcar hasta que esté todo correctamente integrado. Agregamos la nata para montar y comenzamos a batirlo todo. Cuando la mezcla de nata y mascarpone suba, añadimos el azúcar (30 gr.) y seguimos batiendo a máxima velocidad hasta que todo esté montado adecuadamente.
Si no os atrevéis a montarlo todo así, podéis trabajar por separado: batimos mascarpone y azúcar. Por otro lado montamos nata y azúcar. Lo mezclamos todo y batimos un poco hasta que todo esté integrado. El resultado es similar.
A estas alturas ya deberíamos tener listo nuestro bizcocho... Lo sacamos del horno y lo dejamos enfriar un poquito, para que resulte más fácil cortarlo.
Sacamos cuatro planchas de bizcocho, cortándolo horizontalmente:
Comenzamos a montar la tarta. Para ello, ponemos la primera plancha de bizcocho sobre un soporte ubicado encima de un plato. Esto se debe a que en unos minutos bañaremos la tarta con la ganaché de chocolate blanco. Para recoger el chocolate que caiga y poder reutilizarlo, necesitamos el soporte y un plato: lógico.
Ponemos la primera plancha y la cubrimos con un poco de la crema de mascarpone (un tercio de la crema, aproximadamente). Ponemos otra plancha encima y volvemos a poner otro tercio de crema de mascarpone... Repetimos esto hasta que hayamos montado la tarta.
Ahora prepararemos la ganaché de chocolate blanco. Yo os he puesto las proporciones utilizadas en mi receta. Podéis poner mitad de nata y mitad de chocolate, en función de vuestros gustos. Incluso podéis añadir algún aroma. En mi caso, como os he dicho al principio, no quería tardar mucho en realizar la tarta, así que realicé una preparación muy básica.
La ganaché la utilizaremos para bañar nuestra tarta.
Para hacer el ganaché troceamos el chocolate y ponemos a calentar la nata en un cazo. Una vez que la nata comience a hervir, retiramos del fuego y añadimos el chocolate blanco. Batimos con las varillas hasta que el chocolate blanco se haya derretido y tenga consistencia.
Dejamos a temperatura ambiente hasta que temple y luego introducimos la ganaché en la nevera hasta que se endurezca un poquito. Probablemente os sintáis tentados de añadir ya la ganaché encima de la tarta. Definitivamente NO. Es necesario que primero tome cuerpo y consistencia, por lo que es preciso dejarla varias horas en la nevera (incluso hasta el día siguiente). Si la echáis encima de la tarta justo después de prepararla, la ganaché estará demasiado líquida y, probablemente, será absorbida por el bizcocho.
Otra forma de utilizar esta ganaché de chocolate blanco consiste en montar la ganaché después de haberla dejado enfriar en la nevera. Es decir, la sacamos del frigorífico y la montamos con la batidora, como si de nata se tratase. No lo he hecho, pero suelo dar buenos resultados para decorar cupcakes, muffins, etc... En esta receta, insisto, lo que hice fue dejarla enfriar en la nevera (hasta el día siguiente) y verterla sobre la tarta.
Dicho lo anterior, una vez que la ganaché haya reposado lo suficiente, la sacamos de la nevera y la vertemos cuidadosamente sobre nuestra tarta. Para mejorar el acabado, recogemos el chocolate que vaya sobrando y lo volvemos a verter.
Metemos el conjunto en la nevera hasta que llegue el momento mágico de comernos la tarta. Espero que os haya gustado esta receta. Como habéis podido comprobar, la preparación de esta tarta de chocolate blanco, nata y avellana es sencilla. El resultado seguro que os gusta y os permitirá quedar bien en alguna ocasión especial.
Buen provecho!! Comentad!!!
¡Hola artista!me tienes flipando, vaya tarta, tengo los jugos gastrícos alterados.Enhorabuena cocinicas.